lunes, 13 de febrero de 2012

Historia del Arce Monspessulanum (1)

Cumpleaños felizzzz
Cumpleaños felizzzz
Te deseamos Itxeeee
Cumpleaños felizzzz.

No, hoy no es mi cumpleaños, pero la historia de este arbolito empieza así en el año 2010.

¡¡¡Rinnnggggg!!!! Suena el despertador. ¿A ver que hora es? Ufff, que pronto, en fin, una vez despiertos, poco pintamos ya en la cama. ¡Aiingggggg... ahh! Vaya, esto es estirarse. He separado tanto los brazos que ya los estaba empezando a juntar otra vez… ¡pero por detrás! Abro la ventana y me asomo un poco con la intención de ir espabilando. ¡Oh, magnífico día a pesar de ser Enero! Veo que el sol brilla y los pájaros alegres cantan la llegada del buen tiempo. Me aseo, me quito las legañas, me limpio bien los oídos, y vuelvo a salir a la calle. ¡Vaya! el sol brilla… ¡pero por su ausencia! Las legañas no me dejaban ver el chaparrón que esta cayendo, que tiempo mas malo, joe, y que ruido mas ensordecedor. Lo que sonaba eran  trabajadores levantando el suelo con el martillo percutor cabreados por el mal tiempo que les ha tocado. En fin, miremos el lado bueno, con la cera que he sacado de los oídos me he fabricado un cirio pascual… bueno, y una figurita de Kunio Kobayashia pequeñita, vamos, a tamaño real.

A pesar de esto, es un día maravilloso ¿Por qué? ¡Es mi cumpleaños! Y para celebrarlo me han dado fiesta en el trabajo… bueno, por mi cumpleaños, y porque nos han metido un ERE temporal por el asunto de la crisis, que nos salpica a todos.

Felicitaciones durante todo el día. Que guay. Que querido me siento. ¡Anda que suerte! ¡Un regalo!… a ver, a ver… ¿Un papel? ¿Será un cheque en blanco para comprarme algún caprichito? Ummm… se me antoja un yate.

Anda, pues no. Es un vale canjeable por un Bonsái. Parece ser que tenía que haber llegado por paquetería el día anterior, pero se retrasó.


A ver que pone… ¡Anda, la especie que quería! ¡Un Arce Montpellier! Que puntería. Una de dos: O me conocen muy bien y saben lo que se me pasa por la cabeza, o ha funcionado el asunto de llevar unos cuantos meses soltando continuamente frases con la sutileza que me caracteriza como: “A ver si os estiráis un poco y este cumpleaños me regaláis un bonsái de Arce Montpellier”. Está bien, sutileza cero. Pero el mensaje tenía que quedar claro.

Es una especie, que me encanta. Longeva y de  lento crecimiento. Como arce que es, tiene unos colores otoñales vistosos. Por las montañas se ven unos rojos anaranjados casi fosforescentes, con una viveza extraordinaria, encendiendo cual luces de neón,  el verde paisaje de nuestras montañas. Además, tiene unas hojas de un tamaño bastante reducido, facilitando las cosas en su cultivo como bonsái, con forma similar a la de los arces buergerianum, pero en versión peninsular. Un árbol nuestro, de nuestros montes. Tengo que decir que tengo cierta preferencia por las especies de nuestra tierra, olvidándome un poco de las especies importadas. En ellas podemos sentirnos identificados, además de la evidencia de que lo tendremos en un clima óptimo para su cuidado. Decir también que es una especie dura dentro de los arces, lo cual te da el último empujón para hacerte con uno. En mi caso, hay que sumar que obtuve de un terreno levantado otro Montpellier, pero que dado su estado no pensé que agarraría, aumentando mas el antojo de conseguir uno.

El caso  es que al día siguiente ¡¡¡Mec!!! Llaman al timbre. Uy, un transportista que porta una caja a mi nombre ¡que sorpresa! Ah, no, calla, que esto ya lo esperaba…

A ver a ver…

Buenas dimensiones la caja... ¿Pero que tiene ahi? ¿Papeles? ¡Me han timado!


A ver si hay mas contenido. Uy, pues si que lo hay. Poliespan.


¿Se puede saber que broma es esta? ¿Es éste mi regalo?

Ah, no, que está aqui. Perfectamente amarrado a la caja y con un plástico envolviendo la maceta para que no se caiga el sustrato. Ya tengo mi arce.



No está muy ramificado, sin embargo, me gusta la disposición primaria que posee. Tiene madera muerta, poco propia en árboles caducos en general y poco visto en los arces en particular. Sin embargo la madera de esta variedad lo permite y queda además muy natural dándole carácter al árbol.

Mi intención es no toquetearlo mucho. Que se acostumbre a su nueva ubicación. Sin embargo, contacto con el vendedor y la primera en la frente. Lleva 3 años sin trasplantar.

Así que a finales de febrero me pongo a ello.

Lo saco de la maceta.

 Desmoronamos el cepellón. Quizá hubiera guantado otra temporada.

O quizá no. Vaya, iba bien servido de raíces.

Pues nada. disfraz de Llongueras  y corte de pelo: chac, chac, chac.. Así, cortito para que no le entren piojos… chac, chac, chac…  perfecto. ¿Lo ve bien así señor o se lo recorto un poco mas por los lados?


No cortes más, gracias. Que se me van a ver las ideas... las ideas que tengo de suicio después de ver esta catástrofe, bestia, que me has dejado mas pelado que los personajes del Mortadelo y Filemón

Una vez rellena la hoja 293 del tomo 457 de la colección de libros de reclamaciones por parte del arce, vuelve a ser colocado en la maceta y aprovecho para levantar un poco su posición, por asunto de paralelismo del follaje entre ramas laterales.


Y a partir de aquí me he limitado a pinzar y a prender el patrón de crecimiento de esta especie. La encuentro algo diferente a los arces que conozco (campestre, palmatum, buergerianum…)  su brotación es mas tardía, brota con fuerza pero no responde bien a los defoliados. Mediante pinzados no se consigue reducir mucho la hoja, y parece que ralentiza su crecimiento llegando a pararse. Es algo similar a lo que sucede con las hayas (guardando la distancia). Además no ramifica muy bien, formando unas ramas muy rígidas. Sus peciolos se alargan bastante, sin embargo no me preocupa demasiado, pues lo que pretende es colocar la hoja en un lugar con luz, por tanto en sitios donde existía hueco. Me ayuda a densificar.

En todo caso, es bonito en todas las estaciones.

La magia de la primavera con la eclosión de las yemas


dota al árbol de pequeñas y suaves hojas que se despliegan transmitiendo sensación de delicadeza.


El color verde de un árbol denso y gozoso de salud en pleno verano

El color otoñal.

Tengo que decir que me ha sorprendido que su color es amarillo y no rojizo anaranjado clásico de los montes. Quizá necesite más horas de sol. Sin embargo, mi otro Montpellier si que consigue esos colores. En todo caso, su belleza es indiscutible. Aquí  además, es el momento en el que armoniza el follaje con el color de la maceta.

Y ya entrados en diciembre. Se nota el frío y el pobre árbol se constipa quedando así



Uno de esos días acostumbra a estornudar por ese constipado -¡Atchiiiis!- Perdiendo todas las hojas


Efectivamente. Las autoridades sanitarias advierten que para prevenir dolores de cabeza producidos por una discusión con la contraria (o contrario) es mejor quitar las hojas poco antes de que caigan. Y lo cierto es que de no hacerlo y teniéndolo en un balcón, terraza, patio… El suelo estará continuamente lleno de hojas dando imagen de descuidado y sucio, con el correspondiente peligro también a resbalarse en caso de pisar una hoja mojada.

Tras el estornudo, el árbol en cuestión queda en su estado invernal. Esta foto es actual. Antes de cortar y colocar ramas.

Sus dimensiones actuales son: Altura desde el borde de la maceta: 36 cm. anchura: 43 cm. Diámetro sobre el nivel de la superficie del sustrato: 13 cm.
Se ve que aún le queda mucho por ramificar. Seguiremos su evolución. El camino es lento, pero la satisfacción en cada estación es inmediata.

Sed buenos.




ITXE

miércoles, 1 de febrero de 2012

Nebari plano en un árbol de semilla

Andaba yo regando cierto día de febrero los cuatro palos que tengo cuando topé con unos plantones de un año que me germinaron la primavera pasada de varias de semillas que planté.

Sí, no son más que pequeñas ramas del calibre de un lápiz que no levantan medio metro del suelo ¿Calibre de un lápiz? quería decir de la mina de un lápiz.
Me quedé absorto observándolos.  Los contemplo abstraído pensando en cuál será su futuro, su siguiente paso. La imagen que ofrezco es lamentable. Empuño una regadera de 5 litros, inclinada para que caiga agua pero sin saber bien lo que estoy haciendo pues mi mirada está fija en esos palitos. Mientras, con la otra mano, me rasco el trasero dando a entender que me estoy rompiendo  la cabeza sin encontrar conclusiones que me satisfagan.
De repente, oigo voces en mi cabeza. ¡Espera! ¿Qué dicen?  ¿Me increpan? ¿Que estoy haciendo mal? Me desconcierta y salgo de ese estado de shock en el que me encuentro y descubro la cuestión.
Las voces no estaban en mi cabeza sino debajo de mí, en la calle. La cosa es que seguía echando agua sin apuntar a las macetas. Las tengo en una ventana, con lo cual todo el chorro iba a parar a la calle mojando a los pobres viandantes que de una forma distendida me llaman de todo menos bonito.
Recuerdo que alguna vez leí algo sobre cómo lograr un nebari plano para un árbol desde semilla, pero solo me vienen vagas imágenes de ello, y es que las voces increpadoras de los mojados vecinos no me dejan pensar...  ¿Cómo era?... ¡Ah, sí! En aquel artículo, al poco de nacer la planta, cortaban la raíz pivotante y lo trasplantaban. A mí aquello me parecía muy traumático para la supervivencia del ejemplar y opté por no hacerlo. Sin embargo, pienso que es interesante conseguir cuanto antes raíces lo más planas posible y al mismo nivel, naciendo en una disposición perfectamente circular.
Efectivamente. Creo que el siguiente paso a tomar en un plantón de un año es empezar a construir unas raíces adecuadas.
Todo esto está muy bien, pero... ¿se puede saber cómo  lo hago?

¡¡¡AYYYYY!!! ¡¡Pero no echen piedras, hombre... que solo les he mojado un poquito!!

Lógicamente, hasta que no descubres a lo que te enfrentas no sabes qué medidas tomar (y me refiero a hacer un nebari plano, no a enfrentarme a los vecinos), así que manos a la obra.
Primero hay que elegir con qué ejemplar de los que tengo voy a trabajar. Lógicamente no voy a hacerlo con todos, que aún no sabemos ni lo que vamos a hacer ni si lo que hagamos funcionará.
Así que les pongo en fila y les doy la oportunidad de excluirse del proyecto: “si alguno no quiere participar que dé un paso al frente”

Todos se muestran muy colaboradores con el plan, pues ninguno se mueve del sitio: “Muy bien, cogeré uno al azar”.
En ese momento los naranjos comenzaron a temblar, no sé muy bien si por el viento o porque han entendido que escogería uno “de azahar”.
Tomo mi decisión:
¡Manzano!  Te ha tocado.


Qué curioso,  ¿ha parado el viento de repente? Los naranjos ya no tiemblan.
Este pobre malus viene de una manzanita de uno de los árboles que hay en el parque Warner de Madrid, pero eso ya es otra historia que quizá en alguna otra entrada contaré.
Extraigo el ejemplar de su maceta, quien sabe, quizá tenga el nebari ya en condiciones. A ver, a ver…

¡Casi!
La verdad que no esperaba nada mejor. Dos raíces largas parten hacia abajo y una con una verticalidad asombrosa.
¿Qué puedo hacer contra eso?
Pues decido hacer un semi-acodo. Me explico: ahogare el tronco por encima de esas raíces de manera que al engordar la rama se incruste y tenga que forzar la aparición de nuevas raíces.
Pues no se hable más. Me pongo con el invento. Cojo un cacho de alambre de cobre y lo aprieto fuerte contra el tallo a la altura donde quiero que salga la nueva raíz.
 

De la lástima que me da la brutalidad del procedimiento me salen hasta lágrimas... Ah, no, calla.. que es que me ha entrado tierra en los ojos...
Lo plantamos nuevamente en una maceta y a esperar.
Llega la primavera y la rama brota. Bien, parece que la brutalidad no era tanta como parecía.

Ahora es cuestión de dejar que crezca con fuerza para que engorde la planta y  se incruste el alambre.

Ya es verano. Ains, ¡Qué calor! Me voy un rato a la playa mientras espero a que llegue el otoño…
Llega noviembre. Y el árbol otoña. ¿Lo trasplantamos ya? ¿Cómo habrá ido?

Lo siento por el amigo lector, pero tendrá que esperar otra línea más. No entra en mis planes trasplantar en otoño.

Lo efectúo a finales de febrero.
Este es el resultado:

Parece ser que el invento funciona y ha pasado exactamente lo que pretendíamos. El anillo se ha clavado en la rama forzando la aparición de raíces que han salido al mismo nivel. Mientras, la pivotante  se ha secado de manera que no ha perdido fuerza por ahí. Ya solo es cuestión de reorganizar las raíces y volver a plantar.
Os surgirá la duda de si esto vale para cualquier especie. Pues bien.  Al año siguiente y tras comprobar los buenos resultados con el manzano, decido probar con arces y naranjos.
El resultado es tan bueno como en el anterior caso tanto en arce palmatum, como en el buergerianum y en un un capillipes.
Con lo cual, me atrevería a decir que funciona con los arces en general
En el caso del naranjo, el resultado también es muy bueno.
Aquí podéis ver donde han salido las nuevas raíces

Y en esta otra foto podéis ver la zona donde ahogaba el alambre

Con todo esto llego a dos conclusiones: La primera es que antes de regar las plantas de la ventana es mejor cerciorarse de que no pasa nadie. Y la segunda es que este sistema tiene menos riesgo que  aquél de cortar la pivotante que comentábamos al  principio del artículo, y es que en el 100% de los casos me ha dado buenos resultados. Es importante, mientras se realiza esta técnica, dejar crecer el árbol libremente para que se desarrolle lo máximo posible y se clave el alambre comenzando así la formación de raiz, lo que además nos creará un abultamiento que hará aun más prometedor el futuro de ese nuevo nebari. Sin embargo, no olvidemos que estamos hablando de plantones muy jóvenes. Éste no es más que el primer paso para recorrer un larguísimo camino....... ¡El de la huida! ¡Menos mal que llevo portatil! ¡los vecinos, que me han reconocido y me persiguen! ¡Después de dos años y aún les dura el cabreo! ¡¡¡RENCOROSOS!!!...A vosotros os veo en la siguiente entrada. Sed buenos... ¡AYYYYY¡ ¡¿Piedras otra vez?!


ITXE